Pequeño pueblo de la sierra seguntina en el valle del río Salado, está situado en un llano rodeado de tierras de labranza. Su iglesia parroquial dedicada a San Pedro es de estilo barroco con un magnífico retablo del siglo XVIII. La arquitectura de sus viviendas destaca por su piedra arenisca en tono rojizo. En tiempos existieron unas pequeñas salinas junto al río que sirvieron para construir una parte de la Catedal de Sigüenza y para conservación de alimentos y beneficios del pueblo. En 1996 los vecinos levantaron un monumento de homenaje a Joaquín Barahona, “un buen alcalde” como reza su inscripción.